La Rosca | Opiniones |

Por Juan Martín Garay (*)

Han pasado 76 años del “Mensaje a los Jóvenes del Año 2000”. Este mensaje era una carta escrita por Juan Perón, la misma fue enterrada en una “capsula del tiempo” en la base de la Pirámide de Mayo el 12 de agosto de 1948. Ésta debería haber sido desenterrada el 12 de agosto de 2006 al conmemorarse el bicentenario de la reconquista de Buenos Aires luego de la primera invasión inglesa. Esto no ocurrió como originalmente estaba pensado porque la “Libertadora”, queriendo borrarla de la historia, la desenterró y destruyó apenas tomaron el poder en el ´55.

 

El Mensaje

A pesar de su destrucción, Perón había guardado una copia y la resistencia peronista también. Por eso fue publicada en “La hora de los pueblos” en el año 1968:

“La juventud Argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir a la historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso que los gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus manos fueron poniendo las generaciones precedentes, y también si sus actos y sus doctrinas fueron suficientes para llevar el bienestar a sus pueblos y para conseguir la paz entre las naciones. Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido favorable. Anticipémonos a él para que conste, al menos, nuestra buena fe y confesemos lealmente que ni los rectores de los pueblos ni las masas regidas, han sabido lograr el camino de la felicidad individual y colectiva.

En el transcurso de los siglos hemos progresado de manera gigantesca en el orden material y científico, y si cada día se avanza en la limitación del dolor, es solamente en su aspecto físico, porque en el moral, el camino recorrido ha sido pequeño. El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al prójimo, ni siquiera la compasión o la tolerancia, lo que mueve las determinaciones humanas. Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos. Cierto que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como hechos aislados de poca o ninguna influencia en la marcha de la humanidad. Es cierto que en ocasiones parece que se ha dado un gran impulso en favor de los nobles ideales y de las causas justas, pero la realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era una ilusión.

Apenas terminada la guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de ser la última porque las diferencias entre las naciones se han de resolver por las vías del derecho aplicado por los organismos internacionales. Pocos años bastan para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores proporciones el tremendo error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de las batallas se ha perdido y hoy vemos con el corazón empedernido como al cabo de veinte siglos de civilización cristiana, caen en la lucha niños, mujeres y ancianos. Apenas un conflicto social ha sido resuelto vemos asomar otro, de más grandes proporciones, no siempre solucionado por las vías de la inteligencia y de la armonía sino por la coacción estatal o de las propias partes contendientes más fuertes, no el del mejor derecho.

Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas políticas, las teorías económicas y las elucubraciones sociales?. Ni las democracias ni las tiranías, ni los empirismos antiguos ni los conceptos modernos han sido suficientes para quietar las pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa palabra, de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la condición de los trabajadores procurando su bienestar, sino para deprimirles y explotarles. Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los desposeídos sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente, los falsos apóstoles del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha de clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas. No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando -para impedir sus aplausos- tiene el Estado que iniciar una intervención cada vez más intensa a fin de evitar el daño entre las partes y el daño a la colectividad. Pero tampoco su intervencionismo constituye un remedio eficaz porque, o es partidista, o busca anular las libertades individuales y con ellas a la propia persona humana.

El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un mínimo resquicio a la esperanza?. Posiblemente podamos mantener el optimismo con la ilusión de que el avance de la humanidad hacia su bienestar es tan lento que no lo percibimos, pero de cada evolución queda una partícula aprovechable para el mejor desarrollo de la humanidad. El avance es invisible y está oculto por sus propios vicios a que antes he aludido, pero no por eso deja de existir. Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo propio en beneficio de sus semejantes, si tratase de dirigir las disputas con la razón y no con la violencia.

Dentro de mis posibilidades así he procurado hacerlo y, en este sentido, he orientado mi labor de gobernante. Válgame por lo menos la intención y sea ella la que juzguen y valoren mis críticos del porvenir. La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido capaces. Esa es la verdad más grande que en estos tiempos debemos sustentar sin egoísmos, porque éstos nos han conducido solamente a desastres.

En nuestra querida Argentina, el panorama descrito se ha sentido sin ser cruento, pero en el orden general, los hechos prueban que ha sido el acierto la resolución que ha precedido nuestra realidad. La independencia política que heredamos de nuestros mayores hasta nuestros días, no había sido colectivizada por la independencia económica que permitiera decir con verdad que constituíamos una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria sea inviolable o inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra. Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de acción para ser cumplido por nuestra juventud: esa será su responsabilidad ante la Historia.

¡Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de un humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trató de servirla honradamente, podáis -hermanos del 2000- lanzar vuestra mirada sobre la Gran Argentina que soñamos, por la cual vivimos, luchamos y sufrimos!”

El documento, como se puede apreciar, goza de plena vigencia y es absolutamente actual.

 

Su lectura

En el año 2006, el texto finalmente fue leído por Julián Licastro en un acto de reivindicación, cumpliendo así con la fecha consignada. En esa oportunidad Licastro reflexionó sobre el “Mensaje a los Jóvenes del Año 2000” y desarrolló varias consideraciones:

“Es una ratificación de la “tercera posición”, esa que era proclamada en los cánticos: “Ni yanquis, ni marxistas, peronistas”. En su legado, Perón asegura que el capitalismo se vale de la libertad “no para elevar la condición de los trabajadores procurando su bienestar, sino para deprimirles y explotarles. Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los desposeídos sino aceptarla y monopolizarla”. También cuestiona a la izquierda marxista cuando asegura que “los falsos apóstoles del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha de clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas”. Luego define al peronismo: “Hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos. Y por eso nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria sea inviolable o inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra”. Agregó que también hizo “una especie de autocrítica respecto a las limitaciones que en ese tiempo él reconoce que ha tenido el proceso del desarrollo argentino”, pero destacó que igual “rescata, junto con su espíritu, las realizaciones hechas por el Justicialismo”. En el texto, el líder hace una autocrítica de los gobernantes: “¿De qué han servido las doctrinas políticas, las teorías económicas y las lucubraciones sociales? Ni las democracias ni las tiranías ni los conceptos modernos han sido suficientes para aquietar las pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa palabra, de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio beneficio”. Por eso sostiene que “la humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido capaces. Esa es la verdad más grande que en estos tiempos debemos sustentar sin egoísmos, porque éstos nos han conducido solamente a desastres”.

 

Eterna preocupación

Este mensaje tiene 76 años de antigüedad, pero con la vigencia de lo permanente, nos debe interpelar para la reflexión de todos, fundamentalmente de quienes debemos esforzarnos al máximo para diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos de manera permanente. Por eso es importante analizar estas palabras escritas mirando ya no tanto hacia el pasado, sino respecto de la triste actualidad y más que nada sobre el futuro de nuestra Nación, la que depende de la construcción permanente de todos.

En la eterna preocupación por una sociedad más justa y sin exclusiones, necesitamos volver a pensar un pacto que sea no solamente político, sino también social y cultural. La ética y la moral deberán salir al encuentro armonioso del conocer y el amar, junto a ejemplos claros que refuercen con hechos las palabras. Como indicó José Ortega y Gasset en “Meditación del pueblo joven”: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos”. Por eso insisto, recordemos que lo nuestro es la gente. Lo único que debe importarnos.

 

(*) Juan M. Garay – Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-

La Rosca | Homenaje |

El PJ provincial y local recordaron a Juan Domingo Perón con una charla del periodista, historiador y docente Claudio Cañete sobre su libro “Capítulos perdidos: los días de Perón y Evita en Paraná”. El autor explicó que para la actividad se centró en “un recorte sobre los días de Perón” en nuestra ciudad. El líder del movimiento peronista vivió en la capital entrerriana durante su juventud, en los comienzos de su carrera militar. Más tarde, ya como Presidente, volvió en varias oportunidades y en una de ellas hasta festejó su cumpleaños. El libro de Cañete investiga y documenta aquellos momentos.

La apertura del encuentro estuvo a cargo del presidente del PJ provincial, José Cáceres, quien recordó el día del fallecimiento de Perón, hizo mención del contexto histórico y a algunos aspectos de los gobiernos y del pensamiento de Perón. “Soportó el derrocamiento, el exilio, los intentos de matarlo y el sufrimiento del pueblo”, dijo y apuntó contra “el odio de algunos sectores de la sociedad. De nuestras tres banderas históricas, la que menos le perdonaron fue la justicia social, la inclusión”, analizó.

También el presidente de la Departamental del PJ, Jorge Vázquez, dirigió unas al auditorio. “Perón fue un hombre de una gran claridad. Si uno lee sus textos, sus discursos, da la sensación de que estuviese hablando del presente”, afirmó y planteó que “el peronismo necesita recuperar a los jóvenes, volver a conquistarlos”.

 

 

La Rosca | Opiniones |

Por Juan Martin Garay (*)

El próximo miércoles 1° de mayo se conmemorará un nuevo aniversario del “Día Internacional del Trabajo“ o comúnmente denominado “Día del Trabajador”. Esto nos invita a reflexionar que el trabajo es sino el mayor acto de revelación del ser humano como característica de su existencia en la amplitud plena de la vida. Con el trabajo las personas procuran su auto subsistencia y, en principio, la de aquellos sobre quienes tienen responsabilidades parentales. Esto trae consigo una característica muy importante, la dignidad del ser humano explicada en relación al trabajo y los trabajadores.

Desde el inicio mismo de la vida, casi por un instinto de supervivencia, el ser humano está llamado al trabajo. El alimento diario lo procurará por sus manos y no por las de otros. Esto lo distingue del resto de los seres vivos, en razón de que solamente las personas tienen la capacidad de trabajar. Eso conlleva un rasgo característico, el de la visibilidad central en el universo, porque sólo el ser humano da vida a las comunidades y sólo el mismo ser humano puede darles finalidad y también final a las mismas. Está así dotado de una centralidad y rol preponderante en medio de una comunidad.

 

Día Internacional del Trabajo o Día del Trabajador

Al 1° de mayo se lo conmemora en razón de la lucha de los llamados “Mártires de Chicago”, un hito histórico de acción reivindicativa por los derechos laborales y sociales de todos los trabajadores. En el plano local, producto de las conquistas sociales y laborales, con un tinte conmemorativo más patriótico y nacional, el Justicialismo impuso en sus albores que el 1° de mayo sea denominado la “Fiesta de los Trabajadores”.

En el año 1944, Perón, reivindicando al Papa León XIII (el gran Pontífice de la “cuestión social”), expresó que: “la lucha inútil, como toda lucha, no produce sino destrucción de valores”. Esto lo decía porque no creía que la solución de los problemas sociales estaba en seguir la lucha entre el capital y el trabajo.

Con Perón Presidente se festejarán los 1° de mayo bajo el manto de la paz, armonía y agradecimiento; he aquí sus palabras: “La defensa de los trabajadores se hace sólo por los trabajadores mismos. Que se fortalezcan nuestras organizaciones para que muchos 1° de mayo nos sorprendan en el grado de felicidad y dignidad que hoy disfrutamos. El día 1° de mayo, que recuerda la infamia más horrorosa de la historia del trabajo del mundo, nos brinda a nosotros, hombres justos, la oportunidad de mostrar la cara limpia de los hombres humildes frente al cielo límpido de la Patria, como una promesa de sacrificio eterno, para que esas injusticias cesen en el mundo y para que en nuestra tierra no permita Dios que jamás reine nuevamente la injusticia. Que cada Primero de Mayo sea para nosotros un altar levantado en cada corazón para revivir la memoria de los que murieron en defensa de los pueblos, esos héroes anónimos que nadie recuerda porque han sido abandonados en la lucha anónima de todos los días. Para ellos, nuestro reconocimiento; para ellos el mejor recuerdo de nuestro corazón de hombres de trabajo y de hombres buenos. No pasará en mi vida, probablemente, ningún Primero de mayo sin que yo dirija mi recuerdo a esa inolvidable mujer (Eva Perón), porque ella fue la amiga sincera y la defensora de los trabajadores en todas las horas de su vida, desde sus luchas en la Secretaria de Trabajo hasta el postrer momento de su vida, cuando ella, que tenía fe en mí y conocía mi vocación, murió diciéndome que no abandonase jamás a los trabajadores”.

 

El trabajo dignifica

Es dable mencionar que el Justicialismo adopta la postura de la Doctrina Social de la Iglesia Católica en materia del trabajo y de éste como ordenador social, por tal motivo entiende la necesidad de solucionar los problemas sociales mediante la colaboración de todos los sectores productivos. Algo olvidado parece ser en los últimos tiempos por la dirigencia nacional de mi partido y del Movimiento. Pues pareciera que proclaman algo que no comulgan (los hechos hablan por sí solos). Así las cosas en la actualidad y las consecuencias que enfrentamos.

El problema político de identidad que padecemos, hizo que la figura del trabajo y los trabajadores hayan sido corridos de las escena central del teatro operacional del ordenamiento social argentino. Esto ha sido tristemente motorizado por cierta dirigencia nacional de peso que, enrolados dentro del Justicialismo (tal vez para usufructuarlo y llegar al poder), hicieron todo lo posible para que ello ocurra (todo un contrasentido).

Para nosotros, gobernar era entendido siempre como la posibilidad cierta de promover la creación de trabajo y su organización obrera, no la de fomentar deliberadamente el asistencialismo organizado para quitar peso a los trabajadores en el concierto de las discusiones de país. Por alguna razón la Justicia Social fue nuestro gran baluarte. En las “20 verdades peronistas”, la 5ta. es que “el trabajo es un derecho, y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume”. En la 10ma. quedaba claro que “los dos brazos del peronismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos damos al pueblo un abrazo de justicia y amor”. Parece que ciertos muchachos y muchachas se saltearon algunas “bolillas del programa” para dar el final y aprobar como dirigentes peronistas. En fin, arriaron banderas difíciles de izar en el corto plazo.

Por la sencilla razón de que sólo fueron fomentándose paliativos constantes que destruyeron por completo la cultura del trabajo y la consolidación del núcleo básico de toda sociedad, me refiero a las familias y con ello toda posibilidad real de organizar la comunidad, queda claro que en la realidad actual claramente está trunca la resolución estructural de lo económico y así la solución profunda y real de lo laboral. Al menos en el corto o mediano plazo.

A la convicción que adquiere a la vez el carácter de fe, a la luz de la experiencia histórica, siendo la única verdad la realidad, tengamos presente siempre que el trabajo dignifica y la educación libera. Por eso, bienaventurados quienes tengan la posibilidad de llevar el pan a su mesa fruto del trabajo e irradiar con eso un ejemplo para sus hijos, pero fundamentalmente toda la fuerza y acompañamiento en este tiempo para que quienes no lo tienen pronto lo consigan.

Estamos ante un escenario complejo y complicado, lo que se viene por delante no es nada bueno. Claramente el pueblo trabajador no está para festejo alguno, al menos por ahora. A la dirigencia toda de mi partido y del movimiento nacional, de cualquier nivel, pero fundamentalmente quienes conducen o aspiran a conducirlo a nivel nacional, les recuerdo que el Justicialismo, con el sentido patriótico bajo la inspiración cristiana que legaran Eva y Perón, nada fue, nada es, ni será sin el Movimiento Obrero Organizado. A ese Movimiento los Justicialistas les debemos nuestra existencia y le deberemos también nuestra subsistencia. Recuperemos nuestras banderas y vayamos por la reconstrucción del tejido social de la mano del trabajo y los trabajadores. Seamos leales a nuestros orígenes para que el 1° de mayo vuelva a ser la “Fiesta de los Trabajadores”.

 

(*) Juan M. Garay – Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente de Bloque Concejales PJ 2023-2027. Secretario de Gobierno Municipalidad de C. del Uruguay 2019-2023. Presidente de Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-

La Rosca | Opiniones |

Por Lic. Sebastián Aguilar (*)

El 09 de abril de 1949 el General Juan Domingo Perón con la claridad conceptual que lo caracterizó establecía en su discurso de cierre el Pensamiento Filosófico Social que es el apotegma del Peronismo: “La Comunidad Organizada”.  

Ese día clausuraba el Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza exponiendo con profundidad meridiana una reflexión certera: “la esencia del hombre de vivir en Comunidad”.  

Las sociedades (políticas) del siglo XXI inmersas en un capitalismo extremo, o “hipercapitalismo” como lo describen últimamente los académicos, están evolucionando con diferentes matices. Asistimos a una revolución tecnológica cuyo desarrollo en su versión digital afecta  a los individuos en su carácter de  persona como a sus finalidades colectivas, es decir, vivir en Comunidad (sociedad) y su materialización en los Sistemas de Representación Políticos, en otras palabras, el vivir   en las Democracias Modernas.  

Dos problemas cuyo carácter indisoluble representan la mayor afrenta, en esta etapa de la historia, a los valores generales que podemos  desarrollar como  sociedad y como comunidad.  

El mundo digital, con mejoras artificiales y materiales conlleva, sin embargo, la desnaturalización y desintegración de la esfera de lo público, la conciencia pública y la integración de las comunidades. 

 El Peronismo como filosofía de vida se enfrenta a un desafío doctrinario enorme y la forma como lo encare determinará inexorablemente los próximos años del Movimiento Nacional Justicialista 

En “Comunidad Organizada”, la confianza, la solidaridad y la independencia de los hombres es esencial para alcanzar,  armónicamente, que cada uno logre los desarrollos individuales y colectivos.  

En aquel discurso del ´49 Perón decía “El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores que registra su evolución. Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos”.  Cuanta verdad de alguien que conocía la realidad de su Pueblo. Análisis que, por otra parte,  muchos dirigentes en la actualidad  ni por asomo pueden sintetizarlo en una Política que el Pueblo perciba como propia.  

 Transitamos una sociedad cuyas ideas de libertad, pensadas o confusamente transmitidas,  eliminan inhibiciones,  prohibiciones de las personas en cuanto al interés general de pertenecer a una Comunidad. El hombre “se interna” en la red perdiendo cada vez más vínculos sociales efectivos, afectos, solidaridades, donde precisamente el interés general se ve debilitado.   

El hombre, aislado, inmerso en la red, está perdiendo la dignidad y se comporta funcional ante las lógicas de un sistema que transforma las relaciones sociales en relaciones de mercado. El sistema actual atomiza, despolitiza e individualiza gestando una sociedad cuyos lazos son cada vez de intereses y efímeras ganancias.  

Esta situación de manera peligrosa conlleva la deslegitimación de la Política, de lo Político y por implicación directas, de los propios sistemas de representación de las Democracias Modernas. La transparencia que supone a priori la digitalización del sistema, carcome gradualmente la confianza de las personas y con ello los lazos de solidaridad.  

De manera que en vísperas de un nuevo aniversario de Comunidad Organizada,  Perón nos dejaba en claro que “Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no solo su presencia muda y temerosa… implica que… Nuestra comunidad a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia”.- 

 

(*) Sebastián Juan Aguilar – Lic. En Relaciones Internacionales (UNR) Magister en Ciencias Políticas (UCSF), Doctor en Educación (UCSF). Profesor Universitario. Presidente Consejo de Unidad Básica de Diamante.   

La Rosca | Opinión |

Por Juan Martín Garay (*)

El tiempo que nos toca transitar necesita de personas que sepan interpretar el momento histórico, político y cultural que vivimos. En un contexto electoral vigente, las distintas opciones que se den a conocer deberán tener la máxima responsabilidad de haber tomado la iniciativa política con capacidad de gestión, organización, convicción, valores, visión programática, mucha humildad y máxima honestidad intelectual. Hay que atreverse a transcurrir el tiempo por delante con el principal desafío de escuchar las demandas de la sociedad, incluso por encima de la propia historia generacional.

 

La visión

Quienes se expongan a conducir tendrán una importante tarea por delante que se debería sustentar en la construcción de una unidad de concepción política que amalgame pasado, presente y futuro; lo nuevo y lo porvenir; experiencia y juventud. Hoy más que nunca necesitamos fortalecer los lazos de pertenencia solidaria a la comunidad e integrar lo diverso, no anularlo. En la honesta relación que debe mediar entre las palabras y los hechos, habrá que destacar a aquellas personas que por sobre todas las cosas prioricen el ideal del bien común y la necesidad de construir una sociedad guiada por la justicia y la igualdad. Hacer foco en una comunidad organizada.

Para eso, este tiempo se debe encarar con la plena convicción de una visión que logre despertar esperanza en la gente para conducir al pueblo hacia la defensa de un solo interés, el del pueblo. Hay que instar a que se puedan realizar los valores individuales y sociales en conjunto, para que se logren el progreso espiritual y material en forma complementaria y armónica. Es realmente necesario reconsiderar de una buena vez la ética relación que siempre debió existir entre fines y medios, ubicando ahora a las personas “como la medida de todas las cosas”. Para eso hay que ser enfáticos en rechazar con plena convicción el individualismo y el colectivismo por ser ambos extremos opuestos a la realización equilibrada de una comunidad. La ideología, ejecución y propuesta mediante un eje de desarrollo, son vitales para que la justicia social se encarne nuevamente a través de una doctrina nacional “aggiornada” que permita organizar a la comunidad desde un movimiento nacional de raigambre netamente social.

 

Protagonistas del tiempo

El Politólogo Diego Conno hace un interesante análisis sobre la política, la felicidad y la democracia: “La relación entre política y felicidad es compleja y problemática; su historia es larga y está cargada de tradición. Los antiguos griegos consideraban que no había posibilidad de una vida feliz o justa si no era al interior de una comunidad feliz o justa. Con la entrada en la modernidad y el triunfo del liberalismo, la felicidad quedó relegada al ámbito privado, identificada con los fines particulares de los individuos, y la política se volvió dispositivo de administración de los grados de sufrimiento y de dolor presentes en una sociedad. La época actual es una profundización de esta comprensión moderna de la política, donde la vida ha pasado a ser enteramente gobernada (y gobernable) y la política, hoy devenida biopolítica, en el mejor de los casos toma el nombre de administración; en el peor, se convierte en política de supervivencia.”

Expresa Hannah Arendt que “nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político”. Bueno, la militancia es la representación real de esa participación, pues siempre tiene presencia efectiva y peso en la convivencia diaria con la realidad social. Ésta siempre tiene una identidad personal que en la construcción de su trayectoria suele advertir, con una perspectiva propia, la raigambre cultural de los verdaderos problemas del momento para convertirse en protagonistas de una conducta moral y pública que se reclama pero que también se ejerce con plena convicción y pasión.

Esta militancia que apuntala el recambio necesario cada cierto tiempo, adquiere un significado histórico cuyo abanico se extiende hacia el pasado y se proyecta al futuro. Así nos enseña Julián Licastro cuando reflexiona sobre la militancia: “es esta mayor toma de conciencia del ser y del hacer, aquello que lo habilita para contribuir con su particular aporte creador, ético y político, al comportamiento del conjunto de la sociedad en sus diferentes dimensiones y expectativas. Tener presencia y peso en el reino de la realidad, y no sólo en la expresión de ideas y deseos, requiere una acción y una lucha que se llama militancia. Ella implica una decisión de participación colectiva, pero no masificada ni anónima. Es decir, ansía un ámbito propicio para unir fuerzas con quienes piensan y sienten de modo congruente, y aspiran a alcanzar niveles compatibles de formación y organización en un marco adecuado de apoyo mutuo. Se abren aquí dos caminos opuestos: la organización cerrada del sectarismo ideológico, o la organización abierta de proyección social. La opción por la organización abierta e inclusiva requiere un participante capaz y sensible, con aptitud para la disciplina voluntaria, pero también con libertad de criterio para llevar adelante la iniciativa en su radio de acción. Un carácter dinámico y equilibrado, formado para la independencia de juicio, a fin de no caer en la obediencia burocrática del mediocre, que no se juega por nada; ni tampoco en la rebeldía permanente que afecta la cohesión del funcionamiento orgánico (coordinación de esfuerzos)”.

 

Darse cuenta

El gran pensador nacional Don Arturo Jauretche nos sigue interpelando con sus enseñanzas siempre vigentes: “No darse cuenta de que este fenómeno universal tiene su connotación lógica en la Argentina es no darse cuenta de que el enfrentamiento de las generaciones es una cosa necesaria. Porque si los jóvenes carecen de la madurez que le reclamamos, nosotros carecemos de la adecuación a la realidad que ellos nos reclaman. Somos hijos de nuestro tiempo, aunque no querramos serlo; aunque querramos ser revolucionarios. Quien no entiende esto se halla imposibilitado de entender al general Perón cuando habla del trasvasamiento generacional.”

Estamos asistiendo a los albores del inicio de un nuevo ciclo político, donde la juventud no es una virtud en sí misma pero tampoco lo son “las canas”. Es interesante ver como hay una tensión entre la demanda de renovación por un lado y el reemplazo efectivo de la dirigencia por otro. Lo cierto es que solamente la gente decide quienes son las personas de la dirigencia que tendrán vigencia plena. Mientras haya proyectos por delante en vez de sólo anécdotas, cualquiera puede tener lo que muchos reclaman a la hora de la conducción política: seguridad, convicción y certidumbre. En este sentido para estos aspectos no se depende del número de DNI o del año de nacimiento, sino de cuán bien se amalgaman estas polaridades.

El eterno debate sobre las disputas generacionales resulta innecesario pues nos distrae de las cuestiones netamente centrales del momento histórico, político y social. También es cierto que la cuestión generacional es inevitable, ahora bien, abordado en su justa medida es algo que puede ayudar al progreso del recambio que la sociedad demanda. Como importante que es, no hay que quedar entrampados en ese círculo virtuoso que lo “maquilla” siempre con misticismo. Este debate se constituye cada cierto período de tiempo como algo necesario en los procesos de renovación, avanzando en las discusiones políticas y sociales. La disputa que pueda existir entre las generaciones políticas debe darse una tregua frente a una sociedad que se encuentra en proceso de divorcio con sus dirigentes y a quien lo que menos le importa es la edad de estos. Necesitamos darnos cuenta que debemos establecer las bases de un posible pacto social que incorpore a esos sectores que miran a la clase dirigente con sospecha.

Ante el escepticismo y la apatía reinante, la generación intermedia puede jugar un rol crucial en estos momentos con un renacer militante por un lado y marcando fin a la arrogancia generacional por otro. El debilitamiento de la confianza requiere de un recambio dirigencial que apueste al diálogo como forma de encuentro. No fracasemos en el intento, inauguremos un nuevo clima en la opinión pública que se profundice en este año de celebración de los primeros 40 años de democracia ininterrumpida, démonos esa oportunidad, la necesitamos.

 

(*) Juan Martín GaraySecretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.